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Soy feliz, tan feliz que no puedo con mi alegría, tengo que compartirla con ustedes porque sería pecado quedarme yo con ella. Ustedes, mis contados lectores serán bendecidos o maldecidos por leerme y llevarse mi alegría sin final con ustedes. Me reventare aquí, vaciare aquí un poco de ella, porque si no lo hago, me inflare tanto de ella que no podré conmigo mismo y reventare cual globo que se llena tanto de helio, que le permite volar. Así me siento yo, lleno de amor, de vida, de calor, y demás. Sí, estoy enamorado, cubierto totalmente por esa bella fuerza, esa fuerza que lo griegos decían que era lo que unía el universo, que le daba color y forma. Ya después, le dieron vida y forma con Eros, que me ha flechado, pero el AMOR, el verdadero EROS aun existía y aún existe y es él quien me da fuerza hoy y me permite escribir esto. Me siento, como se debió de haber sentido el primer hombre al ver a Dios y caminar con El en ese jardín, que estaba en la presencia del amor mismo. Así me siento, tan cegado y quemado por la vida, por el amor, por todo. Así como se debió de haber sentido el primer pez al dar su primer aleteo en el agua y recorrer el inmenso mar y hacerlo suyo, así como se debió de haber sentido el primer pajarito al volar y montarse sobre la brisa y elevarse en el aire, así me siento. Pero siento más aún que todos ellos, porque ellos estaban atados a la vida, y yo, ahora puedo pasar de la vida a la muerte y de vuelta, porque he encontrado la fuente de ella. He encontrado mi razón de ser hoy, mi propósito, mi fuerza. Soy ahora, solo un hombre que ha alcanzado... quien sabe que. Pero soy eso, y eso doy.
Carpe Diem