domingo, diciembre 10, 2006

Nuevas nuevas


Hey gente, ¿cómo les va? Yo acá, ahorita (y se que es una palabra inventada por mi pero hago uso de mi licencia poética) estoy sentado en una banca en la Central de Autobuses de Juarez, en espera de que pasen dos horas para irme y mientras espero, escucho canciones de The Doors, por cierto están buenísimas... Haber, qué les puedo contar... Ah, si, el viernes en la tarde, mientras esperábamos el camión en el centro mi hermana y yo, paso un carro con un Santa de copiloto, y me saludo!!! Claro que yo lo salude de nuevo, fue un momento especial... Y luego... ya no se que paso, mi memoria me falla, no guardo el resto de los detalles tardieros. Au revoir


IAACOAC
Carpe Diem

jueves, diciembre 07, 2006

Hey tu


De ahora en adelante he resuelto dos cosas: uno, “odio” volar, y dos, “odio” a los pinches gringos y a los terroristas, Por culpa de ellos, me han confiscado un encendedor de colección y me han hecho deshacerme de varias prendas de ropa que necesitaba (eso fue una despistadez mía pero aún así, ellos fueron los causantes). Ahora, estoy en El Paso, sin pants, sin mi cobijota y sin varios regalos que les traía a mi familia (unas botellas de coca cola coleccionables); lo que más resiento es mi falta de pants y cobijota, ya que con el frio del rancho, sufrire, hehe bueno no sere tan drastico pero si las extrañare.
Pero bueno, hablando ya de otros temas e índoles, ahora mientras caminaba me paso una de esas cosas que tienes que recordar. Fui a caminar aquí en El Paso, a buscar si en alguna tienda vendían cigarros Lucky Strike sin filtro, para parecerme a un personaje que admiro. Mientras venía de regreso, volteé hacia arriba y vi una luna preciosa, grandota y amarillenta, hermosa como nunca. Y mientras caminaba y fumaba mi cigarro Camel sin fiitro, (ya que no había Lucky Strike, ah y por cierto, saben ricos esos cigarros, como que vainillados o algo así), comencé a componerle un par de versos a la luna, un cántico llamativo para reconocer su belleza y sabiduría. Cual fue mi sorpresa al ir en medio de mis versos y voltear a ver el nombre de la calle que estaba cruzando ¡Luna! Quede asombrado y seguí componiendo versitos y oraciones a la luna (todos sabemos que la luna es el astro de la sabiduría y que de ella emana la divinidad sagrada).
Esa fue mi gran aventura del día de hoy, espero y la disfruten.


IAACOAC
Carpe Diem

domingo, diciembre 03, 2006

Prefiero amar


Esta en una canción de Luis Eduardo Aute y como la gran mayoría de sus canciones, tiene además de una muy buena música, una letra que apantalla y define mi estado de ser. Así como él, yo prefiero ante todas las cosas y ante todos los obstaculos que el mundo y la humanidad me pongan enfrente, AMAR porque se que solo con esta debil llamita puedo vencerlos a todos.

Me dice el corazón
que no soy de este planeta,
que caí de algún cometa
fuera de circulación,
O acaso sea un clon
de algo así como un salvaje
que articula algún lenguaje
de una extraña dimensión.
Porque sucede...
que entre la fe y la felonía,
la herencia y la herejía,
la jaula y la jauría,
entra morir o matar
prefiero, amor, amar,
prefiero amar, prefiero amar,
prefiero amor, amar.
También pudiera ser
que me esté volviendo loco
porque me pegó el siroco
de la levedad del ser.
Y qué le voy a hacer
si me falla alguna pieza
por creer que la Belleza
no se rinde ante el poder.

Y así sucede...

Y puestos a elegir
entro el oro y el Parnaso,
yo me pido ser payaso,
mago, acróbata o faquir.
O acaso un elixir
con orgiásticas burbujas
o la bola de las brujas
donde sueña el porvenir.

Porque sucede...

sábado, diciembre 02, 2006

Cuento 1


Caminaba despacio, observando su alrededor como si fuera en pequeño recién nacido que aún no sabia nada de las crueldades del mundo. Cada flor que despedía su olor, cada mariposa que agitaba sus alas, cada niño que soltaba la mano de su madre y corría por la calle le llamaba la atención y lo hacía detenerse y mirar. Su paso lento podía llegar a denotar imbecibilidad, pero cuando uno volteaba a ver su rostro, comprendía que no era estúpido, que era un ser iluminado, un ser que no había llegado a este mundo solamente a vivir. Y eso era él, un hombre, un hombre que no sabía que iba a hacer, sino que solamente estaba mirando y aprendiendo. Nadie se detuvo a ayudarlo porque además de ver que brillaba, también veían que no era normal, y esa anormalidad les hacía sacar la vuelta.
Su facha no era común, traía un pantalón desgastado, quien sabe de que material y de donde salio. Su camisa, alguna vez fue café o tal vez verde, pero ahora estaba manchada, con hoyos y quemaduras. Encima de esto, el saco roído le llegaba hasta la punta de los dedos, algunas, si no muchas, tallas más grandes. El gorro que le cubría la cabeza no lograba disimular que hacía muchos días que un peine tocaba esos pelos que se escapaban de las orillas de el. Cargaba una mochila a su lado, negra y grande, al parecer llena de algo. Sus pies estaba cubiertos por unos zapatos que alguna vez y en algún país estuvieron de moda, ahora estaban gastados, sucios y grandes.
Pero, a pesar de mostrar este aspecto tan sucio y desamparado, su cara estaba limpia. Brillaban sus ojos cafés detrás de unos lentes grandes, denotando una inteligencia aguda y veraz. La barba le caía hasta el pecho, pero no se veía mal, al contrario, lo hacía ver más vivo, más viejo pero joven a la vez. Seguía caminando sin detenerse con ese paso lento. Él no veía a la gente que le sacaba la vuelta, solo veía lo que valía la pena ver. Al pasar cerca del parque, tomo una decisión rápida y se adentro en el. Los árboles frondosos echaban sus sombra sobre él, haciéndolo ver más jodido de lo que se veía en la calle. Pero aquí, caminaba más seguro, estaba en su ambiente.
Camino hasta llegar a una banca, se sentó y se puso a observar más detenidamente a la gente. Pasaban tan rápido, tan de prisa, sin detenerse a disfrutar de la vida. No sabían lo que él sabía, la vida no perdona, no te da oportunidad de juntar tus riquezas y luego disfrutarlas. Pobrecitos, tan inocentes. Él los amaba, a pesar de todo lo que hacían, de los destrozos que cometían, de las injusticias que llevaban a cabo día tras día tras día. Nadie los defendía, nadie los perdonaba, nadie les explicaba. Pero aún así, él los amaba, y él daría la vida por ellos, si con eso ayudaba en algo. Por eso ese aspecto que tenía, por tanto que los amaba, ya no tenía vida para él.
Un niño soltó la mano de su madre y corrió. Nadie se había fijado, ni siquiera la propia madre que estaba platicando con una amiga. Perseguía una paloma que no se dejaba agarrar y que caminaba rápidamente hacía la avenida. Nadie veía, todos absortos en sus vidas y en sus relojes y en sus trabajos. Uno, dos, tres segundos más y el niño no sería niño otro día más. El autobús avanzaba a una velocidad demasiado rápida, algunos kilómetros más arriba del limite. Un cuerpo pequeño debajo de esas llantas enormes ni siquiera se sentiría. Uno, dos, tres. Ya no quedaba tiempo, el niño estaba en la banqueta lanzándose al vacío y a su muerte.
La carcajada feliz del niño no se detuvo hasta que logro alcanzar a la paloma. Más bien, hasta que él le dio la paloma. Pero en eso, llegó corriendo la madre, gritando “!Que has hecho, mijo! ¡Que no viste la calle!” Ni una palabra a su salvador, nada. Solo siguió su camino, regañando al niño y diciéndole que soltara ese pájaro sucio.
Pero esta bien, aún así los amaba a todos.


Carpe Diem
IAACOAC