jueves, julio 16, 2009

13-Jul-09

Puedo escribir los versos más tristes, pero no quiero. Neruda se enojaría conmigo si lo hago, se pondría celoso. O quién sabe, tal vez se reiría con una risa seca y áspera, oliendo a tabaco y vino y sal de mar, envuelto en un traje viejo con un saco remendado en los codos. Quién sabe. El caso es que no quitaré a Neruda de su pedestal, que él escriba los versos tristes, yo escribiré otra cosa. No me agradan los momentos de reflexiones, o mejor dicho, los momentos cuanto la reflexión es impuesta por las condiciones externas a ti. Esperar un vuelo o un camión, sabiendo que tienes horas de no hacer nada delante de ti y que por más que intentes perder el tiempo sólo va a pasar lentamente. Esperar sabiendo que la esperar será larga, eso es lo que odio. Y más que nada, esperar rodeado de personas que no hacen otra más que lo mismo, esperar. El ambiente se llena como que de desesperación contenida, cargad como dinamita. O tal vez sólo soy el desesperado. No sé porqué soy tan prevenido que me gusta llegar temprano a las terminales para no estar apurado, pero luego resulta que tengo horas de espera delante. Es una de estas cosas incoherentes de mi persona, como el hecho de que me gusta el rock post-Pink Floyd pero a ellos los odio. Debería intentar ser un poco más coherente, tal vez un poco.
Sitting here, I wonder now what happens next. When do the pigs start to fly and the fat lady sing? I need a break from this, this constant monotonous unending spiral of coming and goings, of life caught in a whirlpool of movement that just when it seems to be ending in a black hole it discovers within another whirlpool even bigger than the first. This soft movement that makes me recall a shallow beach sending small waves against the prow of a fishing boat, barely audible but ceaseless. This drip-drip of a drop of acid on a tongue that cannot absorb it; I remember Hunter and Johnny and Las Vegas and a suitcase full of drugs, all of them caught un the same spiral as me. Waiting, just waiting for life to finally arrive, expecting it in a silk gift-wrapping presented by an anonymous entity, saying here it is. the moment you’ve all been waiting for. and a one, two three. But it never comes, the waiting period just keeps going on forever, and I sit in barely comfortable chair waiting with it.

viernes, julio 03, 2009

Anatomía de un café

Abro los ojos. Afuera el mundo sigue su curso. No sé mi género ni mi edad. Veo a mi alrededor y un espacio caótico me absorbe. Cierro. Inhalo. Abro. Exhalo. El mundo ha sido ordenado. Levanto la mano para recoger la taza de café de papel y no la encuentro. Se ha movido un par de centímetros a la izquierda. ¿O la moví yo antes? No sé. El mundo vuelve a ser caótico. Cierro.
Me sorprende la capacidad de alienación que todos tienen. Pueden sentarse en un café, abrir un libro o un periódico o una computadora portátil o simplemente ver al espacio y alienarse completamente. Se aplastan en una silla y nada importa. Pueden haber hombres bailando desnudos frente a ellos o un loco sentado con una coca-cola hablando solo al techo y lanzando miradas a todos los demás; nadie se da cuenta.
Inhalo.
Los envidio. No puedo alienarme completamente. Y me agrada, porque veo siempre todo lo que está a mi alrededor. Pero en cierto momento, creo que esta apreciación artística de la belleza inherente del ser humando me mete en problemas. Porque al alienarte creas una burbujas, un campo de fuerza que nadie puede penetrar a menos que lo dejes entrar. Pero yo, al estar abierto a todo, no tengo campo de fuerza. Y todos pueden entrar. Por eso, en un café con un loco, siento su mirada más fuerte sobre mí. Y puedo levantar la cabeza y verlo viéndome. Porque sabe que yo lo permito.
Por eso en un camión urbano un hombre puede sentarse a mi lado y acusarme de marica e intentar ahorcarme, cuando hay hombres mucho más afeminado que yo a mi lado. Porque yo lo permito al reconocer su presencia a mi lado.
Exhalo.
Abro.
El hombre se ha movido. El mundo se ha vuelto caótico una vez más. O tal vez soy yo.